lunes, 10 de enero de 2011

Lleno de vacío

Empieza esta semana con la noticia de que otro actor, de aquellos que hacían reir a nuestros padres, ha pasado del todo a la nada pues tras la muerte no hay nada. Juanito Navarro ha muerto a los 86 años. Hay noticias más importantes y más interesantes, aunque Juanito haya sido un grande de la escena y haya entrado en los hogares de muchos españoles aportando risa y chanza en una época que necesitaba de alegrías despúes de tanta tristeza.


¿Qué me unía a Juanito Navarro? Pues la mirada picaruela de los actores de aquella época y ya. Pero si es verdad que muchos de estos actores, presentadores, artistas en general  que se cuelan a través de la caja tonta en nuestras vidas para bien o para mal, su muerte afecta. Pero cuando he leído que Juanito Navarro había fallecido como tantos otros con los que no tenía ningún tipo de relación personal ni laboral, mi estado de ánimo ha seguido impertérrito.


Cuando alguien ajeno muere no se piensa en la muerte como cuando lo hace un ser querido, cuando un cercano se va te provoca una sensación extraña y otra de vacío. La extraña te hace reflexionar en lo efímero que es todo, lo fácil es perder la vida, te pone en tu sitio y te abre los ojos recordándote cruelmente que la muerte está ahí esperando tras una mala decisión, una inesperada casualidad ó una maldita negligencia, situaciones de este tipo pasan todos los días a nuestro alrededor mientras paseamos, dormimos o trabajamos.


La sensación extraña te hace ver que no eres ningún protagonista, que no eres especial y que eres el común de los mortales, alguien anónimo que pasará por la tierra sin pena ni gloria.
La sensación de vacío no es un concepto abstracto. El vacío está ahí y no se va nunca pero se puede rellenar de recuerdos gratos que hagan más ameno ese espacio de las entrañas. Por eso no hay que esperar jamás a que una persona muera para darse cuenta de lo mucho que la amábamos, del poco tiempo que le hemos dedicado o de haberle dado alguna oportunidad para darse a conocer.


Dentro de unos días, si soy muy optimista, habré olvidado por completo a Juanito Navarro como ya hice con otros mil personajes, mal llamados, de vida pública y seguiré mi camino. Un camino duro a veces, sobre todo cuando recuerdo, por falta de datos, que yo tengo un vacío muy grande y que soy incapaz de rellenar por muchas lágrimas que caigan sobre él.

3 comentarios:

  1. Muy interesante el blog, Cifu.

    Leyendo unos cuantos párrafos me veía reflejada, pues mi padre falleció en julio y aunque soy fuerte y con buen humor, lo llevo más o menos. También te puedo decir que es como si me hubieran quitado un trocito de corazón, pues aparte de ser mi padre le tenía mucha admiración. Se ha ido mi referente, la persona con la que más he aprendido de la vida en general y gran parte de lo que soy es porque por carácter me parezco mucho a él.

    Un saludo!!

    ResponderEliminar
  2. Es el sentimiento de muchos y el mio es asi, mi padre murió de manera muy trágica y creo que no lo conocí lo suficiente, no lo amé lo suficiente y no lo valoré justa en su medida. Vivir con eso es duro, mucho...gracias por leerme y un saludo Cleopatra VII.

    ResponderEliminar
  3. No se merecemn!! Por cierto, he llegado a tu blog recomendado desde el de Gus(que se me olvidó decírtelo)

    ResponderEliminar