jueves, 6 de enero de 2011

Justicia ciega.

Lo primero que me dijo el cargador de la planta de hormigón donde trabajé al salir del ejército fué:
_"Hola chaval, te doy a decir una cosa que quiero que recuerdes mientras estés aqui: no intentes cambiar esto que no lo vas a conseguir, yo llevo en esto toda la vida y sé que es imposible". La verdad es que era un buen reto, que fué como me lo tomé,  para un joven no muy experimentado en la vida laboral civil pero desistí del reto tras apenas un mes trabajando allí.


No recuerdo como se llamaba aquel profeta pero recuerdo el rostro antipático que tenía, sus anchas espaldas, sus brazos recios y fuertes, en los días calurosos dejaba al descubierto un torso y una espalda de currela peludo como si no se hubiera quitado un chaleco negro de duros pelos. Era feo con él solo y me desagradaba mucho el olor a cenicero que despedía ya que se fumaba más de 2 paquetes diarios. Tenía los cojones bien puestos pues ni el jefe le levantaba la voz...


El mundo de la construcción era asi. En verano te asfixiabas como si te asaran en una parrilla y en invierno te jodías de frío. En la planta aguantabas la chapa de tus algunos compañeros y en la obra de todos los orcos de Mordor, incluído a todos esos "currelas" que habían estudiado (topógrafos, encargados, responsables de seguridad e higiene...). El trabajo obligaba a tipos como yo a cagarte en dios cada 2 por 3 y a poner cara de mala ostia, otros tipos venían con los tacos y la cara de serie pero la verdad, es que pelear con toda la fauna del gremio te cambiaba el carácter y yo intenté evitar ese cambio con todas mis fuerzas.

Aprendí muchas cosas y tan mal no me fue al conseguir mimetizarme cuando estaba en el puesto de trabajo, me tendrían que haber dado el óscar a la mejor actuación porque, en la mejor empresa para la que trabajé, me encargaba yo de formar a los nuevos conductores y enseñarles lo bueno y lo malo del oficio. Y en otras era yo el experimentado del oficio, y esto ya con 28 años, que manda cojones.


Y es que el mundo es como es y uno de los problemas de la gente que lo habita es que no lo acepta tal cual, llegan las frustraciones y crece el desánimo en los individuos...ay, que me voy...
A lo que quiero llegar es que el mundo es totalmente injusto. No triunfa siempre el más válido, no todas las personas tienen las mismas oportunidades; todo depende de qué familia procedas, en que continente nazcas y en qué país crezcas a quién conozcas. Luego hay gente que consigue llegar a tener un puesto importante por méritos propios y otras personas llegan a algo por comer hortalizas.


En el caso de Ted Williams, el mendigo exlocutor de radio famoso en youtube, ha conseguido volver a trabajar gracias a la ocurrencia del qué colgó el video y sobretodo por tener esa voz tan espléndida. Al parecer, el señor Williams, cayó en el alcohol y se quedó en la calle por méritos propios pero gracias a un don innato ha tenido otra oportunidad. Me alegra y me jode por igual. Este tipo trabajaba en la radio y no valoró lo que tenía, desconozco las circunstancias que le llevaron a beber pero eso no me sirve de consuelo.

¿Qué mérito tiene algo que se hereda ó se posee sin quererlo? Yo creo que nada. Y hay mucha gente que no tiene ni una sola oportunidad, no ya de trabajar, sino de vivir.
Aceptemos que muy pocas cosas son justas en la vida y no tratéis de cambiar lo que jamás cambiará, aunque de vez en cuando os invadan utópicos pensamientos, no lo hagáis.
A no ser que seáis gente influyente, personas con buen padrino ó dejéis en manos de la suerte vuestro destino, como hizo Ted.

2 comentarios:

  1. Te has levantado sentimental... echas de menos a los Orcos y a esos tíos sudorosos de pelo en espalda y pecho jajajaja
    Era la época en la que te apretabas los minis de calimotxo de dos en dos tú solaco?? qué grande!!

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  2. Ostia tio, es verdad, ahora no puedo ni tomarme una lata de coca cola entera. Vaya época, no los echo de menos sino que me veo buscando otra vez de lo mismo, y resulta que Mordor ya está homigonao.

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