lunes, 10 de septiembre de 2012

LA OFICINA DEL PARO

Tal día como hoy que, por casualidades de la vida, era hoy mismo, decidí, así a lo loco, hacer una visita a la oficina de empleo sin tener ningún argumento más que el de verificar que efectivamente el gobierno seguía sin hacer nada útil para atajar el problema del paro.
Llegué a la oficina y comprobé impávido que la fachada estaba llena de pintadas mofándose del nombre de tal oficina. Mi sorpresa fue comprobar que el lugar aquel estaba abierto y no desierto y en estado de avanzada descomposición, aunque la comparativa con el año en que llegué aquí era significativa. Hoy se podía estar, había 2/3 menos de gente buscando trabajo en la oficina que debería ser panacea del empleo.

Imagino que el personal pasa de perder el tiempo en tan siniestro edificio público, igual que yo, pero el paro me deja mucho tiempo libre y yo lo gasto en las mierdas que me placen.
Pasé de mirar el tablón de anuncios donde se colgaban hojas con los cursos del INEM que nada tenían que ver con mi vocación o mis conocimientos y empleos mierder en hoja amarilla de estar tanto tiempo allí colgados con chinchetas o con el horrible "celofan".

Cogí número. Ya que soy un tipo parasitario voy a darle trabajo al funcionario que no encuentra trabajo para mi. El 65 me ha tocado a las 12 del mediodía, la cosa está peor de lo que sospechaba y tras esperar 15 segundos accedo a la mesa de información.

_ Buenos días_ dije, sin pedir permiso, como para hacer daño.
_ Buenas serán para usted don José Luis_ contesto mirándome por encima de sus gafas.
_ Qué amable es usted señorita que no me conoce de nada y que sabe mi nombre.
_ Aquí sabemos muchas cosas inútiles, por ejemplo el nombre de todos los desempleados.
_ ¿Está diciendo que los desempleados somos unos inútiles?
_ ¿De verdad su primera pregunta ante tal demostración de retentiva absurda es esa?
_ Y ¿qué esperaba? Soy un parado de larga duración, no le iba a preguntar si había trabajo, porque es de todos sabido que no lo hay.
_ Don Jose Luis, me cae usted peor de lo que esperaba por eso le diré una verdad. Siéntese...
_ No tienen sillas.
_ Malditos recortes. Bueno aún así se lo diré, intentaré ser lo menos breve posible para que no tenga que esperar mucho.
_ Es usted muy amable, cuente, cuente...
_ 1, 2, 3...
_ No, no. Que me diga esa verdad de la que me habló más arriba.
_ Ah sí. Pues que en España hay pleno empleo. La única persona que de verdad está en paro es usted. ¿Acaso creía de veras que en esta oficina podríamos conocer a más de un desempleado?. Nuestra memoria es la misma que la de cualquier español. Las cosas importantes se nos olvidan a la semana.
_ Ah, qué meritorio. Y ¿toda esta gente que hay por aquí?
_ Son extras que trabajan para el gobierno.
_ Ahora entiendo el déficit español oiga. ¿Es verdad lo que me cuenta?
_ ¿Usted que cree? Nos paga el gobierno.
_ Entonces me quedo más tranquilo, y bueno me siento especial por haber sido yo y no otro al que usted le ha revelado tal secreto. ¿Puedo irme ya? Va siendo hora de que la deje aquí haciendo como que hace algo ¿no cree?
_ ¿Usted qué cree? Nos paga el gobierno.

No me levanté para irme pues no me había sentado. Y no dije adiós, como si estuviera muy resentido pero como soy un tipo muy afable antes de salir, ya en el umbral con la puerta abierta grité con fuerza:
_¡Anda y que os den por culo!!!

Y esto fue lo que pasó tal cual lo cuento.

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